miércoles, 28 de abril de 2010

Mil versos


Como Calíope de mis noches,
mil versos de amor me inspiras
en un vertiginoso derroche
de palabras que al futuro miran.

Ya no escucho más reproches,
sólo la música cuando respiras.
Ni cargo sobre mis espaldas
las dagas de la tristeza

cuando envuelto en las guirnaldas
que tú traes, llenas de promesas,
me arrancas de la brutal pereza
del dolor, y así, lejos me llevas
de los recuerdos tristes que hoy se sublevan.

Cuando mis sueños se desmoronan
arrancas de mí los laureles
que celestiales manos crueles
pusieron en mi corona.

Mi corazón de poeta se abandona
a las caricias de tus manos fieles,
y en la fricción de nuestras pieles
habita el sueño que con tu dulzura abonas.

La explosión del éxtasis en mí detona
trayendo a mi vida la paz esperada.
La música de tu voz a mi ser le dona
profundos ensueños, cuando ya no espero nada.

En una mano tienes mi alma,
y en la otra una poesía,
en tu pecho está la anhelada calma,
y estando contigo, la más intensa alegría.

Calíope de mis días, ya no temas,
que mil versos de amor yo te daré.
Para empezar, te escribo este poema.
Para la eternidad, otros miles crearé.




Ignacio Martín Pis Diez Pelitti



Creative Commons License
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina.

miércoles, 21 de abril de 2010

No temas



Mírame como lo haces siempre y siénteme temblar,
¿es que no ves que me tienes deslumbrado?
Recuérdame cómo es sentirse enamorado
y explícame cómo acallo a mi corazón,
cuando al mirarme me besas sin los labios.

No temas, mi amor, que te abandone.
No reprimas tanto amor disimulado.
Yo estaré allí para entregarte mis pasiones
en la caricia plena que arrase con lo malo.

Cantaré arrullos en las noches a tu lado,
cuando te atormenten sueños pesados.
Sanadoras serán las palabras de mi canto
y con besos ahuyentaré al dolor obstinado.

Y si los fantasmas temibles del pasado
intentaran derrumbar por envidia nuestro encanto,
seré el ejército intrépido que se enfrente al espanto,
seré en las noches de crudo invierno tu manto.

Toma mi mano aun al borde del abismo:
yo te salvaré y te daré en mis brazos
todo el calor que necesites, y si acaso
quisiera corromperme el egoísmo,
me dejaré caer al vacío yo mismo,
porque nada vale si se corta nuestro lazo.

No temas, mi amor, toma mi mano
y déjame llevarte por los hermosos caminos
que para ti, con paciencia, he construido.
¡Vamos, mi amor, que aun es temprano!
No temas, por favor, ven ya conmigo
y nuestros sueños de amor no serán vanos.


Ignacio Martín Pis Diez Pelitti













Creative Commons License
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina.