domingo, 24 de marzo de 2013

Ojos


En mis propios ojos, yo.
Reflejado, yo.
Duplicado, yo.
En el espejo, yo.
Desdibujado, yo.
Pensando, yo.
Recordando, yo.

Y en mis propios ojos, vos.
Reflejada, vos,
en el alma, vos.
Duplicada, vos.
Desdibujada, vos,
en la memoria, vos.
En pensamientos, vos.
En los recuerdos, vos.

Doy media vuelta, yo;
y en el reflejo, nada.
Duplicado, nada.
Desdibujado, todo.
Sin pensamientos, al fin.
Recuerdos puros, rondan.
En mis propios ojos,
que hoy vuelven a brillar.


Ignacio M. Pis Diez Pelitti


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Cuando el amor se va


Quisiera saber si es que aún piensas en mí.
Si aunque seguiste tu vida aún me recuerdas.
Quisiera seguir adelante, aunque gane, aunque pierda.
Quisiera poder no seguir pensando en ti.


Yo sé que hubo errores de ambos, tal vez solo míos.
Yo  sé que me amaste y luchaste por lo que era tuyo.
Que si no te di nada más fue por tener orgullo,
y ahora ya no tengo más que estas noches de frío.


Me muero por verte,
aunque no quiera tenerte ya.
Quisiera reescribir toda la historia que tuvimos,
pero sé que es imposible cuando el amor se va.


Quisiera saber si te duele como a mí.

Si aunque seguiste tu vida, a veces me piensas.
Quisiera encontrar en tus ojos tu mirada inmensa,
pero es preferible mirar a otro lado y seguir.


Yo sé que hubo errores de ambos y nunca lo vimos.
Yo sé que te amé y que luché, aunque no sirvió mucho.
Y en las noches de soledad, tan solo escucho
una triste voz que me dice que ambos perdimos.


Me muero por verte,
aunque quisiera olvidarte ya.
Quisiera llenar este hueco profundo en que vivo,
pero sé que es imposible cuando el amor se va.


Cuando el amor se va…


Ignacio M. Pis Diez Pelitti



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Tú eres


Tú eres ese regalo llamado mujer.
Eres la mano que acaricia y calma.
Eres el amor prendido en el alma
y el mágico ser que nos hace nacer.

Doble símbolo de amor y placer,
tienes manos fuertes para sostener al niño
y espaldas anchas para soportar al hombre.
Iluminas al mundo y le enseñas a ver
con la luz intensa de tu pureza y cariño,
que son los dos tu segundo nombre.

Mujer, peleaste por la igualdad
y hasta el día de hoy no te das cuenta
de que ya estabas muy por encima
de aquellos hombres que con su maldad
y sus acciones viles y cruentas,
a sus hermanos sólo lastiman.

Pero tu mejor y mayor sabiduría,
tú eso por supuesto lo sabes,
no se encuentra en los estantes
atiborrados de ninguna librería.
Está en tu sonrisa la mágica llave
que encierra a los miedos en un instante
y abre la puerta que da a la alegría.
En el fondo del temor tú eres la clave,
y en el medio del desastre eres la guía
que rescata lo mejor del universo.
No hay palabras, ni existe aún el  verso,
que expliquen lo que tú logras cada día.


Tú eres ese regalo llamado mujer.
El ángel y el sol que todo lo enciende.
La paciencia, la paz, la conciencia y todo.
No existe en el mundo más sublime ser.
Eres la pasión que al pecho se prende.
Inmensa para siempre, y de cualquier modo.


Ignacio M. Pis Diez Pelitti



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Pero amarte


Conocerte fue un crucero en un mar de tiburones.
Una fiesta inolvidable en el centro de un temblor.
Como quedarse sin voz cuando sobran las canciones.
Un parque de diversiones en el túnel del terror.

Pero amarte fue otra cosa que supera lo anterior.
Fue la cosa más hermosa que pudo dar el amor.
Y no hablo de las rosas, ni del sexo al por mayor.
Nuestra historia, aunque sinuosa, fue muchísimo mejor.

No voy a olvidarte sólo porque no estés.
Llevarte en mi mente es mi pan de cada día.
Hicimos las cosas, muchas cosas, al revés.
Por eso hoy te quiero y antes siempre te agredía.

Conocerte fue un trueno en pleno día de sol.
Una tormenta de viento en el medio de altamar.
Fue saber que al día siguiente comenzaba otra ilusión,
destinada a su muerte mucho antes de empezar.

Pero amarte fue distinto, fue aire fresco al respirar.
Una ráfaga de ganas de ahogar la decepción.
Y no te hablo de palabras, ni de tonta inspiración.
Eso se lo lleva el viento, y lo nuestro sigue acá.  

No voy a borrarte sólo porque no estés.
Llevarte en mi mente es tan dulce melodía.
Hicimos las cosas, tantas cosas, al revés.
Por eso hoy te quiero aunque ya no seas mía.

Ignacio M. Pis Diez Pelitti


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miércoles, 16 de enero de 2013

Por el resto del tiempo


Puedo ensayar mil palabras para repetir
cuando esté solo frente a ti:
que me muero porque no te tengo,
que sin ti ya no puedo vivir,
que sin ti no voy ni vengo.

Puedo escribirte un poema o una canción
que salga desde el corazón
y te cuente lo triste que estoy
si me falta tu amor.

Y también puedo ser el patán
que te abandonó.
Ese tipo que te enamoró
y no tuvo el valor
de seguir a tu lado
cuando se complicó
lo que había soñado;

que en ataques de sinceridad
nunca fue el mejor,
y que se condenó
por su propia verdad.

Sin embargo te puedo afirmar
que cuando estés mal,
seré el primero que acuda a secar
tus mejillas de sal,

y abrazarte contra la pared
en un juego de besos,
para sacarte el peso
de encima, y la sed
que deja la soledad
cuando se cae sin red
y no alcanzan los rezos.

O también puedo dejarte volar
y quedarme callado
por el resto del tiempo.
Ser tu amigo, tu “adiós”, tu “tal vez”,
una voz en el viento
que se cuele por tu desnudez
cuando llegue el momento.

Pero aún no sé que quiero ser:
Un amor, un fracaso, un recuerdo.
Si decir que aunque ladro no muerdo
aunque tú ya lo ves.
O también puedo dejarte volar
y quedarme callado
por el resto del tiempo…


Ignacio M. Pis Diez Pelitti



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