lunes, 4 de mayo de 2009

Llamado a la solidaridad


Hallar soluciones que logren abarcar a todos los problemas sociales e institucionales que aquejan a nuestra República Argentina no es tarea fácil ni mucho menos. No es ninguna novedad: estamos en crisis. Nuestro estado natural es de crisis…
Hablar de señales de evolución en algún momento de nuestra historia como país se torna eventualmente en casi un recurso retórico, un adorno discursivo que sólo pretende engaño. Y si alguna vez la llama del progreso intentó alumbrar nuestras mentes y camino, ésta fue rápidamente sofocada: por intereses espurios, por gobiernos militares, por individuos nunca mejor llamados “oposición”, ya que su naturaleza consistió siempre y consiste en sólo oponerse, o por todo esto junto y más. Oponerse porque sí, porque faltan ideas superadoras, porque son incapaces de otra cosa.
Porque intentar superarse sería confrontar los modelos establecidos de antemano, sería pensar demasiado, romper estructuras, arriesgar el propio pellejo, y eso requeriría demasiado esfuerzo. Más esfuerzo que el que insume el sólo oponerse y no hacer nada para atacar un sistema al que se es funcional, porque de esa manera se está más cómodo.
La falta de posibilidades de entablar debates constructivos en el espacio público juega un rol fundamental en obstaculizar el nacimiento de ideas nuevas, de ideas y de acciones nuevas. Esto último vale, para muchos, como excusa para no actuar. Será cuestión de generar nuevos espacios donde explayarse, de dejar también de oponerse al cambio, de no escudarse tras la falsa impotencia. Gente capaz tenemos de sobra, los denodados esfuerzos que bañan las costas de nuestro pasado, afortunadamente no lograron aún sabotear nuestra educación y Universidad públicas que tanto nos costaron.
Ni el utópico eficientismo inmediatista de creer que con sancionar leyes a mansalva se produce el reflejo automático de un cambio social espontáneo, ni las falsas capacitaciones técnicas o tomas de conciencia a medias de nuestros problemas traídas de los pelos, pueden modificar la idiosincrasia argentina, el “ser argentino” tan famoso entre nosotros y -para nuestra mayor desgracia- entre demasiados foráneos.
La situación general actual exige de nosotros mucho más que simplemente tomar conciencia de los problemas. Los hechos evidencian que a pesar de eso somos un Pueblo reincidente en errores. Necesitamos una reforma radical de nuestras ideas y valores, de nuestra cultura, de nuestra conciencia como ciudadanos. Aunque dicho de este modo parezca mas utópico que los que propugnan las mentadas leyes milagrosas, el “soplar vidrio y hacer botellas” legislativo, no es así. Somos seres pensantes y como tales somos capaces de ser educados y reeducados.
Tenemos democracia, resentida, pero democracia al fin. Tenemos República -desmembrada, olvidada-, pero República. Tenemos Estado y tenemos Gobierno, y también tenemos las herramientas y las ganas de cambiar las cosas. Que nos hayamos acostumbrado al dolor, la miseria y la pobreza no significa que nos guste vivir así. Usemos estas herramientas para educar en una nueva concepción de país a nuestra gente.
Debemos inculcarles a nuestros conciudadanos otros valores, y demostrarles que nuestros deseos de una mejor realidad nacional no son meros sueños o utopías. Que una Argentina mejor es posible si todos actuamos juntos y tirando para un mismo lado. Sembrar pobreza e ignorancia beneficia a grupillos selectos, que contentan con limosnas a la buena gente y premian con prebendas a los obsecuentes, como un perro hambriento que recibe como sobra su hueso. Tarde o temprano, un modelo tan atroz, así concebido, debe caer. Ya soportamos demasiado.
Exijamos el cambio, dediquémonos a crear nuevos espacios e ideas. Sabemos lo que queremos y cómo obtenerlo. Está en nuestras manos exigir que se nos ayude y se nos enseñe a ser mejores personas y mejores ciudadanos. Después de todo es un DEBER de quienes nos representan en el Gobierno, y en numerosísimos casos la reeducación y la reforma debiera comenzar por ellos mismos. Repito: exijamos el cambio, a través de la educación, en democracia, y por un país en el que todos seamos parte de la construcción de una nueva y vivificante realidad argentina. No con falsas esperanzas, sino con hechos.



Ignacio Martín Pis Diez Pelitti





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1 comentario:

  1. hola nacho!!!!! muy buen blog, ahora ponele musica a lo escrito, es mucho? ah seguro que sos el unico que toma mate mientras toca la guitarra, un abrazo gandee amigazoo!!!!

    PABLO H

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