domingo, 6 de junio de 2010

En el espejo

Me hallaba contemplando mi propia contemplación, parado frente al gran espejo del living, con el rostro situado a escasos centímetros de mi otro rostro, divagando en mi propia mirada, intentando encontrar en mis ojos aquellos secretos que ellos esconden incluso de mí mismo.

Noté entonces en el ángulo superior del espejo, el extraño reflejo que producían los haces de luz de la lámpara del living, y pensé que quizás en el núcleo mismo de ese raro destello albergaba un algo revelador: quizás allí se hallara el Aleph tan bien narrado otrora por Borges, la Verdad con mayúsculas que tantos hombres han buscado desde siempre, el centro del Universo, la revelación absoluta de ese algo que no sabemos si existe. Entendí que aunque tuviera la certeza de que ello fuera así, no podría comprender el significado de lo que aquella luz tenía para contarme.

Alguna vez escuché que el cerebro humano es tan complejo, que por eso nos es difícil descifrarlo, pero que si fuera más simple, entonces seríamos tan tontos que no tendríamos la capacidad de comprender ni siquiera lo poco que de él sabemos. Pensé que algo de cierto hay en ello.

Empecinado en seguir interpretando aquella luz, cerré mis ojos durante unos minutos, tan violentamente que al abrirlos de repente, aun flotaban a mi alrededor las tintineantes partículas de materia. Los haces hicieron entonces un juego extraño y la casa se transfiguró en otra cosa, me sentí dentro de una especie de caleidoscopio gigante.

Tardé un rato en recuperar la visión real de las cosas. Permanecí unos minutos con la mirada fija y perdida en la frondosa copa de un árbol. Me devolvió a mí la voz de un vecino del barrio que me saludaba gritando desde la vereda de enfrente. Respondí al saludo distraídamente con un desganado ademán, me alejé unos pasos del espejo y me puse a escribir estas líneas, o quizás caminé un poco más, entré al kiosco y compré cigarrillos, quizás otro hombre ya ha escrito este relato por mí y yo ahora lo esté leyendo sentado en mi cama, mientras sigo parado frente al espejo con los ojos cerrados, pero estoy casi seguro de que estoy sentado frente a la computadora escribiendo estas palabras. Todo es tan real… ¿Qué es la Verdad?



Ignacio Martín Pis Diez Pelitti








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