domingo, 29 de agosto de 2010

A ellas...

Puede ser la empleada de un comercio que con su sonrisa real o aun fingida nos cautive. Cualquier mujer parada en una esquina esperando el colectivo, o levantando la mano para parar un taxi con refinado gesto femenino y la gracia del ballet. Quizás una amiga, una compañera de la vida, o tal vez una ex novia o una amante. Mujeres presentes y ausentes, una imagen en la pantalla, una foto de revista o una dulce princesa que emerge desde el sueño para grabarse a fuego en la memoria. Una sombra que se pierde en la vereda de enfrente dejando para siempre tras de sí su estela de ausencia. Una voz que se acerca al oído del poeta susurrando dulcemente palabras de amor. Los amores imposibles o los posibles que no fueron ni serán.
En este mañana que vivo todavía como un hoy, los autos rozan el asfalto allá afuera en el balcón, y en cada rincón de la avenida, agazapadas en los laberínticos pasillos de universos paralelos, reposan conspirando a favor de las letras, las hermosas e infalibles musas de todos los ayeres y de todos los mañanas.



Ignacio Martín Pis Diez Pelitti



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