miércoles, 22 de julio de 2009

Hábitat






Habito en un lugar donde la tristeza se ha vuelto mi hábitat. ¿Has visto al dolor convertirse en hábito, a la angustia como un estado habitual? Angustia que parece no tener causa, dolor virtual, hábito de causarse dolor. Tristeza ritual.
El miedo crece y la integridad perece en un rito que aturdiéndome a gritos se logra situar en mi alma. Sentir sin pausa el dolor de haber estado vuelto hacia un lugar donde uno mismo es la causa. Volver sin calma. Revolver sin certezas en esa aspereza con las palmas heridas en el magma de la vida. Resolver estar triste por la pereza de vivir.
Habito un infierno de inviernos eternos, que con golpes certeros me consumen entero. Todo se consume y nada se consuma. La suma final se resume, se anula a sí misma en la ecuación, se sume en la nada total y me anuda. Entonces reanudo la misión de asumir la verdad con total sumisión. ¿Asumir por pura ficción o muda aflicción?, tal vez sea una forma bruta de evasión. Encontré una nueva forma de evadir la fricción sintiendo afición a afligirme, autoinfligiéndome dolor. Infracción de sentimientos. Inacción, desistimiento.
Habito en un lugar donde la tristeza se ha vuelto mi hábitat. Y me consumo desenvolviéndome en él. Gritando de angustia alzo mi alma para volver a situarla en la vida. La disolución en la locura es la solución que todo lo cura y resuelve habitualmente al dolor.


Ignacio Martín Pis Diez Pelitti



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