martes, 25 de agosto de 2009

Cambio, desarrollo y progreso









Introducción al tema

Bien podría ser que la tan pomposamente denominada “Revolución Industrial”, hito histórico por antonomasia al que pocos negarían su relevancia, a punto de tal de que pareciera que la historia del mundo no podría dividirse más que un antes y después de ella, podría denominarse también, y posicionándonos en el aspecto significativo y no ya en el primigenio significado que diera origen a la misma ( para un lugar un tiempo histórico dados) como el nacimiento y progresivo desenvolvimiento, hasta nuestros tiempos, de una Involución Intelectual - es decir, partiendo de una valoración de sus consecuencias reales y no en la valoración de un categórico ideal- . Esto dicho, no ya en el de por sí peyorativo sentido de suponer una retrogradación de la Humanidad como sujeto colectivo -si suponemos que tal cosa existe-, ya que sería tan pretencioso como la posición que se intenta rebatir aquí, ensayar una postura capaz de que intentase dictaminar sin caer en anticipadas conclusiones meramente conjeturales y caprichosas; de ningún modo, sino dicho con el fundamento que parte de la base de las siguientes líneas de pensamiento:



Aspectos positivos



Es indudablemente innegable que la aparición de la máquina y la consecuente división del trabajo ulterior, dio en sus principios los frutos esperados y vino a solucionar aspectos significativamente conflictivos del ámbito social y económico de su época, a la par que en términos de universalidad tampoco pueden negarse los aportes que esta nueva forma de organización de la vida humana, ha arrojado y continuará arrojando con el correr del devenir histórico, en aspectos tan destacables como ser los notorios e importantísimos avances en campos tales como el tecnológico, las ciencias, y así tantos campos como fuera posible enumerar. Hoy sería imposible vislumbrar un mundo que no se sustente sobre la base de tan nobles fines y logros alcanzados.
El maquinismo, la industrialización y masificación de la manufactura y el consumo, la aparición de la fábrica y la consiguiente concentración de los núcleos urbanos en torno a las mismas, los mercados inundados de los más variados y sofisticados productos, etc., constituyen hoy irrefutables íconos de toda una nueva forma de organización social que trae aparejada consigo una serie de circunstancias y consecuencias que bien podrían ser tomadas bajo términos tan absolutos como los de desarrollo o progreso. Si bien de hecho esto es así, también es cierto que ciertos estudiosos de las Humanidades, y en especial sociólogos, prefieren utilizar los términos de cambio social, ya que la utilización de los mismos intenta desabsolutizar términos tan tajantes como los antes citados, no como negación de la existencia de una evolución, pero sí poniendo ciertos reparos al considerar que si bien las sociedades “se mueven” cambiando permanentemente, no todo cambio puede ser considerado como una evolución o desarrollo, sin caer de esa manera en definiciones axiológicamente reprochables que acabarían por desterrar el aspecto ontológico de todo análisis que pretendiera ser serio y sincero. Es decir, que carecería de objetividad, teniendo en cuenta sólo los aspectos positivos arrojados por el tema en estudio, pero dejando fuera del análisis sus aspectos negativos, que consideramos son los siguientes:



Aspectos negativos




Ahora bien, con la fabricación en masa la manufactura deja de estar en manos de pocos. Los hombres se ven casi obligados a salir de sus hogares para ir a las fábricas, comienzan los avances y la perfección de la técnica en variadísimos aspectos que abarcan ya no sólo el campo de la industria, sino que por extensión van contagiando a todos los demás aspectos de la estructura social, tales como las ciencias, las artes, etc. Las instituciones se ven constreñidas a ir adaptándose, por las fuerza de los hechos, a las nuevas circunstancias y paulatinamente se van dando todas las situaciones contempladas en el precedente subtítulo.
Pero llega el momento en que dicha estructura debió empezar colapsar por las lógicas fallas de su propia naturaleza. Decía Malthus que las sociedades crecen geométricamente y los recursos aritméticamente, y si bien actualmente están en boga teorías que sostienen que el humano no se reproduce siempre geométricamente, sino que se adapta hasta cierto punto a la capacidad productiva del medio, tales teorías aún no se encuentran acabadas y por otro lado, la evidencia actual de los hechos impone a los ojos del observador otra realidad.
Paralela y concordantemente con el postulado malthusiano, se da que los recursos van siendo acaparados por los sectores poseedores del mayor poder de captación de los recursos, es decir, el industrial, intelectual y científico, que son quienes poseen a esa altura, la concentración de los medios de producción y “desarrollo social”. La burguesía de la teoría marxista y su consiguiente dictadura.
El número de personas presentes fuera de los sistemas productivos y educativos es desproporcionadamente mayor al número existente por dentro de los mismos, y paulatinamente esto va provocando que cada vez un número mayor de individuos, se vean en la necesidad de depender para su cotidiano sustento, de un número inversamente proporcional y reducido, en comparación, de productores. Tal es el esquema actual de la organización del mundo: miles de millones de personas dependen, para adaptarse a los cánones de la vida moderna, de un significativamente menor número de personas. En consecuencia los medios de producción, la especialización de la mano de obra, el conocimiento de las técnicas, y el conocimiento en general, se encuentran en este escenario, absolutamente sectorizados.


Consecuencias



Llegamos así al problema central que se pretende volcar en este trabajo, que es el de puntualizar las consecuencias que psicológica, actitudinal y funcionalmente, produce al individuo en sociedad un panorama así dado.
El hecho de que todos los conocimientos, recursos e infraesructuras con que cuenta la sociedad mundial actual, que puedan ser considerados como elementos estructurales del desenvolvimiento en el medio humano, se encuentre concentrado, captado y explotado por una ínfima cantidad de sujetos, conlleva a la atroz y lógica consecuencia de quien que no maneja cotidianamente dichos conocimientos y elementos –los que a su vez día a día van en aumento-, produce consecuentemente que quienes permanecen impasibles como simples consumidores de los resultados de un sistema tal, vayan siendo cada vez mas ignorantes en el siguiente sentido: al ampliarse vertiginosamente el conocimiento y el desarrollo industrial y tecnológico, y a su vez, ser cada vez mayor la cantidad de personas que no tienen acceso a dichos medios y sus permanentes cambios, es cada vez más lo que éstas van ignorando. En otras palabras: a mayor cantidad de cosas por aprender y menores posibilidades de acceder a su conocimiento, resulta una mayor ignorancia, por los conocimientos no obtenidos y por el número de personas que no los obtienen.
Lo antedicho lleva a una casi absoluta dependencia por parte de un enorme sector, hacia uno notoriamente reducido. Pero las consecuencias no se agotan en este único problema, sino que además el hecho de que todos los medios se hallen en manos de pocos, lleva ineludiblemente a que quienes están por fuera de los esquemas citados, caigan en una deleznable situación de ocio intelectual que, paradójicamente, conlleva a una mayor improductividad, en términos materiales e intelectuales. Se produce así lo que llamaremos una tiranía del conocimiento, en que unos pocos, por poseer los medios productivos e intelectuales, dirigen, gobiernan y determinan cómo ha de ser la vida y cuáles han de ser las necesidades de una numerosísima cantidad de personas que, por “la fuerza de las circunstancias”, y otra veces no tan casualmente, se hallan excluidas e incluso hasta expulsadas de un sistema que pareciera haber sido meticulosamente diseñado y planificado hasta sus últimas consecuencias, por los sectores de las sociedades que se intentaron combatir al descentralizar, en su origen, a las formas de producción.
Asimismo el círculo vicioso antedicho se cierra y vuelve a comenzar en el punto en que, ante la falsa creencia que produce en amplios sectores mayoritarios el hecho de suponer erróneamente de que todo lo existente, y lo que pudiera llegar a existir en este mundo, ya se encuentra todo pensado por otros. Reavivándose permanentemente de este modo, el poder tirano de los poseedores del conocimiento y de la técnica. ¿Para que esforzarse uno, si ya está todo pensado y analizado por otros?, parece haberse convertido en una pregunta común y recurrentemente oída en nuestro tiempos.


Conclusiones



Se configura así un sistema exclusivo (para pocos) y excluyente (desplaza a las mayorías) que se retroalimenta en un constante círculo vicioso, cuyo saldo desfavorable no es otro que el de que cada vez vaya existiendo mayor exclusión social. Y cuya única alternativa vislumbrable para romperlo, no pareciera ser otra más que la de educar instruir, y distribuir los medios de producción, los recursos, y las formas de acceso al conocimiento, de manera más equitativa. Para así acabar con el ocio intelectual, la tiranía del conocimiento, y convertir de esta manera al sistema en un círculo virtuoso, que redunde en beneficio de todos, arrojando como saldo, ahora sí, una verdadera situación que bien pudiera ser denominada como de Progreso o Desarrollo.




Ignacio Martín Pis Diez Pelitti





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