viernes, 21 de agosto de 2009

Azules


El vertiginoso vórtice en que se vierten mis pasiones, subvierte mis virtudes escapando por los vértices de mi entero ser. Y la visión que me envuelve lo fusiona todo en una turbulencia atroz que desdibuja mi aura azul. Virulencia espesa de visiones vítreas, veraces y también azules. Me dejo atraer hacia mí mismo en el suspiro invertido de una inhalación profunda, sumando el mundo externo a mis vértigos interiores, y el universo se vuelve locura. Demencia voraz.
El alma se transfigura en imágenes que no concuerdan, en representaciones amorfas y para nada cuerdas, como nuestro amor. ¿Te acuerdas de nuestro amor? , amor a cuerda, vieja maquinaria que necesitó siempre del impulso constante de nuestras voluntades para poder avanzar y no morir sistemáticamente, maquinalmente, en lo estático. Amor extático ante el impulso exacerbado que lo llevaba a la obsesión, pero inerte y sin pulso en la transición hacia el dolor que esa cesión de impulsos nos producía.
La escisión fue inevitable, incisiva, quiste y virulencia, con la sangre colmada de visiones que condujeron a la incisión decisiva producida por la herida sangrante del desamor. Entonces el universo se volvió locura -azul, vítrea-, y el alma se nos desangró.




Ignacio Martín Pis Diez Pelitti



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