jueves, 12 de noviembre de 2009

He descubierto



He descubierto que a veces las buenas ideas se asemejan a las moscas: cuando las tenés a punto se te escapan, y cuando lográs retenerlas es porque ya están muertas.

Esta hoja seguiría en blanco si no fuera porque el irrefrenable impulso de necesitar escribir algo, no sé qué cosa, pero algo para intentar aquietar esta intensa sensación de vacío que me desborda, me ha puesto ahora frente a la computadora con el fin de matar el tiempo por un rato (aunque si al tiempo no empleado útilmente se lo llama tiempo muerto, la expresión matar el tiempo debiera ser suplida por una expresión más lógica, algo así como darle vida o revivir al tiempo).

Un incesante tictac -anacrónico para la actual Era de lo digital- marca el ritmo de mi escritura, y aunque si bien no hay relojes cerca, el tiempo corre igualmente y lo que escucho es su transcurso marcado por mi pulso. El tiempo es la ficción más aberrante creada por el Hombre, y a su vez su más real conciencia de comprender que todo muere algún día.

Inevitablemente no logro escribir nada que me agrade. Evidentemente no estoy inspirado y hoy no soy una buena versión de mí mismo. A menudo me descubro lejos de mi propia versión ideal y me consumo, como esta hoja, en un mero ensayo.

Como la mosca que no llega a escaparse, estas palabras que aquí escribí no levantarán vuelo jamás y no son más que letra muerta, aplastadas por la mano gigantesca de la desinspiración. Pero tal vez, con suerte, logren llegar a ser, al menos, inspiradoras para alguien.





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