martes, 24 de noviembre de 2009

Vademécum


Anacrónicas voces llegan desde el más allá y me aconsejan asincrónicamente, arrogantes y erguidas sobre la borrosa línea que separa el sueño de la vigilia. Mi alma bosteza queriéndose hundir en un sueño perpetuo, ya cansada de ser víctima de la burla que le hacen las verdades tristes que vienen a jugarla de amigas cuando ya todo se perdió. Abro los puños y cierro el corazón para que no se escape de él el amor, pero tras el amor se ha colado el dolor.
Cierro los ojos para buscar en mis retinas gastadas de llanto, una imagen o una palabra tácita o explícita que sean una respuesta total y definitiva, para aferrarme a ella y resurgir de mi pesadilla. Pero sólo llueven palabras confusas. Palabras que también son imágenes y juegan con mi cordura, mezclándose, haciéndose ininteligibles. Agregando confusión a la hoguera donde arden mi coherencia y mi claridad mental que junto a mi Yo se queman y se borran aniquilando el Ser.
Palabras que son voces que llegan tarde. Ecos de verdades que perdieron la oportunidad de llegar a ser comprendidas y llegan a mí a destiempo. Entonces cierro los puños y abro el corazón para ayudar al dolor a escapar. Pero tras él se escapa la esperanza, y siento que me muero asincrónicamente…
Platonismos que no tienen la suficiente entidad como para ser siquiera llamados sueños. Gigantescas colecciones de tomos repletos de teorías, que se mueren en un índice apócrifo y mal escrito en mi imaginación. Bibliotecas de Babel que no son nunca visitadas por pensadores ávidos de sabiduría. Caminos inconclusos, tierras vírgenes jamás transitadas por hombre alguno, y una vida entera a estrenar. Mapa de mi mente.
Anecdotarios repletos de cosas que cuando me hacen bien me llenan de alegría, pero que son las mismas que cuando me hacen mal me perforan el corazón y derraman su veneno de dolor por toda mi alma y mi cuerpo, avasallando a un espíritu por demás debilitado. Recuerdos que invaden y atormentan mi mente, representando a otro lugar común y cursi más, del tipo común y cursi que soy, al que se le acabaron las palabras. Efemérides de mi alma.
Inspiraciones que se esfuman antes de llegar a ser verbo. Palabras que pierden su sentido al pronunciarlas. Reflexiones enredadas usadas para expresar sentimientos que se definen por sí solos, y la duda plantada en el centro de cuestiones que necesitan ser explicadas urgentemente.
Finalmente, el jactancioso predominio de la Razón cede el paso al absurdo, y en los más irrazonados rincones de mi ser, descubro que residen las respuestas que mi mente no supo antes encontrar. El tiempo consumido, mal y sistemáticamente insumido en intentar comprenderlo todo, en rotular cada pequeñez de la existencia hasta la histeria compulsiva, reviste una evidente inutilidad ahora que lo veo todo tan claro.
El corazón es tan sencillo que no necesita gritar sus verdades, pero su sutil voz se pierde en los laberínticos senderos de una mente que me aturde gritando sus mentiras (y que me suenan a verdad). Pero eso es, quizás, sólo otra forma de locura…
Decido regresar a lo simple, porque desde la llanura de lo sencillo se divisa con mayor claridad el panorama de lo complejo. Desde el llano es desde donde se contempla mejor la fisonomía de la altura. Desde el fondo del abismo es que nos damos cuenta que hemos caído en él, y de que es necesario escalar para salvarnos. Paisaje de mi Ser.



Ignacio Martín Pis Diez Pelitti





Creative Commons License
Esta obra está licenciada bajo una Licencia Creative Commons Atribución-No Comercial-Sin Obras Derivadas 2.5 Argentina.

No hay comentarios:

Publicar un comentario