domingo, 24 de marzo de 2013

Tú eres


Tú eres ese regalo llamado mujer.
Eres la mano que acaricia y calma.
Eres el amor prendido en el alma
y el mágico ser que nos hace nacer.

Doble símbolo de amor y placer,
tienes manos fuertes para sostener al niño
y espaldas anchas para soportar al hombre.
Iluminas al mundo y le enseñas a ver
con la luz intensa de tu pureza y cariño,
que son los dos tu segundo nombre.

Mujer, peleaste por la igualdad
y hasta el día de hoy no te das cuenta
de que ya estabas muy por encima
de aquellos hombres que con su maldad
y sus acciones viles y cruentas,
a sus hermanos sólo lastiman.

Pero tu mejor y mayor sabiduría,
tú eso por supuesto lo sabes,
no se encuentra en los estantes
atiborrados de ninguna librería.
Está en tu sonrisa la mágica llave
que encierra a los miedos en un instante
y abre la puerta que da a la alegría.
En el fondo del temor tú eres la clave,
y en el medio del desastre eres la guía
que rescata lo mejor del universo.
No hay palabras, ni existe aún el  verso,
que expliquen lo que tú logras cada día.


Tú eres ese regalo llamado mujer.
El ángel y el sol que todo lo enciende.
La paciencia, la paz, la conciencia y todo.
No existe en el mundo más sublime ser.
Eres la pasión que al pecho se prende.
Inmensa para siempre, y de cualquier modo.


Ignacio M. Pis Diez Pelitti



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Pero amarte


Conocerte fue un crucero en un mar de tiburones.
Una fiesta inolvidable en el centro de un temblor.
Como quedarse sin voz cuando sobran las canciones.
Un parque de diversiones en el túnel del terror.

Pero amarte fue otra cosa que supera lo anterior.
Fue la cosa más hermosa que pudo dar el amor.
Y no hablo de las rosas, ni del sexo al por mayor.
Nuestra historia, aunque sinuosa, fue muchísimo mejor.

No voy a olvidarte sólo porque no estés.
Llevarte en mi mente es mi pan de cada día.
Hicimos las cosas, muchas cosas, al revés.
Por eso hoy te quiero y antes siempre te agredía.

Conocerte fue un trueno en pleno día de sol.
Una tormenta de viento en el medio de altamar.
Fue saber que al día siguiente comenzaba otra ilusión,
destinada a su muerte mucho antes de empezar.

Pero amarte fue distinto, fue aire fresco al respirar.
Una ráfaga de ganas de ahogar la decepción.
Y no te hablo de palabras, ni de tonta inspiración.
Eso se lo lleva el viento, y lo nuestro sigue acá.  

No voy a borrarte sólo porque no estés.
Llevarte en mi mente es tan dulce melodía.
Hicimos las cosas, tantas cosas, al revés.
Por eso hoy te quiero aunque ya no seas mía.

Ignacio M. Pis Diez Pelitti


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miércoles, 16 de enero de 2013

Por el resto del tiempo


Puedo ensayar mil palabras para repetir
cuando esté solo frente a ti:
que me muero porque no te tengo,
que sin ti ya no puedo vivir,
que sin ti no voy ni vengo.

Puedo escribirte un poema o una canción
que salga desde el corazón
y te cuente lo triste que estoy
si me falta tu amor.

Y también puedo ser el patán
que te abandonó.
Ese tipo que te enamoró
y no tuvo el valor
de seguir a tu lado
cuando se complicó
lo que había soñado;

que en ataques de sinceridad
nunca fue el mejor,
y que se condenó
por su propia verdad.

Sin embargo te puedo afirmar
que cuando estés mal,
seré el primero que acuda a secar
tus mejillas de sal,

y abrazarte contra la pared
en un juego de besos,
para sacarte el peso
de encima, y la sed
que deja la soledad
cuando se cae sin red
y no alcanzan los rezos.

O también puedo dejarte volar
y quedarme callado
por el resto del tiempo.
Ser tu amigo, tu “adiós”, tu “tal vez”,
una voz en el viento
que se cuele por tu desnudez
cuando llegue el momento.

Pero aún no sé que quiero ser:
Un amor, un fracaso, un recuerdo.
Si decir que aunque ladro no muerdo
aunque tú ya lo ves.
O también puedo dejarte volar
y quedarme callado
por el resto del tiempo…


Ignacio M. Pis Diez Pelitti



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martes, 17 de julio de 2012

Cántaros

Con las copas llenas
del sostén, que es
soporte y también
recipiente del Néctar
Elemental de la Vida y el Ser.

Se prende el niño
a tus pechos por instinto,
y con igual pero distinto
amor de ti hacia él,
guardas en tu corpiño
el dulce alimento y el cariño
de la leche que es la miel
que llena su boca.
Mismos senos que tal vez,
algunos amores tocan
cuando los convidas al placer.

Llenas sus copas
y jamás importa
si encaje, armado,
push- up o brassier.
Fetiche inveterado,
elemento que transporta
las miradas todas,
fantasías, modas,
y tu esencia de mujer.



Ignacio M. Pis Diez Pelitti


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Zaguán


El zaguán como antesala. El zaguán que nos recibe y nos despide ambiguamente. Polivalente. Ahí donde nacen amores y mueren a veces los sueños de casa grande de familias enteras. Donde el beso furtivo es interrumpido por una intermitente luz censora y delatora. Quizás zaguán de concepción, o zaguán hogar de los sin hogar. "Homeless": cuarto sin casa, reducto confinado al andar pasajero, paragüero, entrada- salida y a la vez ninguna habitación. Za- one. Uno y casi ninguno a la vez.


Ignacio M. Pis Diez Pelitti


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El protagonista


  Cuando el famosísimo actor Juan Tomassi se enteró de que a Yésica Araujo le habían agregado parlamentos en el libreto de la obra que estaban preparando, y que por ende, habían suprimido algunos de los que les correspondían a él,  entró instantáneamente en una crisis de nervios total. Discutió con el director y sus asistentes e insultó a cada uno de los presentes.
    Hecho un torbellino de furia desquiciada, y no queriendo entender razones con nadie, salió enérgicamente del escenario hacia su camarín.
    Detrás de él, corrieron todos los miembros y personal de la obra, a excepción de Yésica y su maquilladora Sara, que se habían retirado a su propio camarín.
    Sentado y rodeado de una pequeña multitud de gente que intentaba calmarlo, Juan continuó profiriendo toda clase de insultos y amenazas a los gritos, repitiendo sin parar: ¡YO soy el protagonista! ¡YO soy el protagonista, no ella!
   Lamentablemente acostumbrados a esta clase de berrinches por parte de Juan, pero siendo éste figura imprescindible para la obra, todos continuaron intentando calmarlo condescendientemente, algunos casi con lástima.
    Las cosas continuaron así durante unos cuantos interminables minutos, hasta que llegó Sara al camarín de Juan, y se abrió paso a los empellones entre todos los presentes.
    Sara se clavó de pie frente a Juan, que la miraba con gesto sobrador esperando sus palabras. Ella inclinó su cuerpo hasta quedar su cara a un centímetro de la de Juan, y gritando, desafiándolo burlonamente, le dijo: ¿Acaso no te das cuenta que VOS sos el protagonista? Yésica acaba de quitarse la vida con unas pastillas que se tomó en un descuido mío, mientras TODO EL MUNDO, e incluso el narrador de este relato, no han hecho más que hablar de lo que a VOS te pasa…


Ignacio M. Pis Diez Pelitti


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A buen puerto

Habiendo sentido con la cabeza
y pensado con el corazón,
intentando combatir la tristeza
con los trucos de un bufón.

Habiéndome adentrado en la grandeza
del mar como un ruin polizón,
navegando sin capitán ni rumbo,
sin salvavidas ni estable timón.
En la tormenta y a los tumbos,
y perdida ya toda ilusión

vuelvo a dar firme mis pasos,
cuando llego a mi puerto mejor:
a la orilla que encuentro en tus brazos,
que me amarran de nuevo a tu amor.




Ignacio M. Pis Diez Pelitti


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martes, 15 de mayo de 2012

Mundo animal



El animalito corre en su artefacto incesantemente giratorio, sin darse cuenta que no avanza. No sé si eso lo divierte, pero quizás.
Lo cierto es que corre, corre y no deja de correr. Hasta terminar exhausto, con la lengua afuera y casi  puede oírse  su corazón palpitando violentamente.
El animalito corre en su artefacto y yo lo miro desde afuera, a través del vidrio que me separa de él. Pecera- frontera entre mi mundo y el suyo.
Me quedo mirándolo por un rato más y descubro, pegado en un ángulo del cubículo vítreo, un cartel que dice Consultar aquí por clases de aerobics.
Me apiado por un rato, digo hacia mis adentros “Pobrecito”, y vuelvo a mi hueco del árbol, a seguir con mi monótona y sin sentido vida de roedor. 



Ignacio M. Pis Diez Pelitti




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Tengo




Tengo en la mano un libro
donde están escritos,
como casi siempre,
verdades y dolores
que a veces son los míos.

Tengo en la vida una mano
que como siempre escribe
verdades y libros
que casi nunca son de todos.

Tengo manos, libros y verdades
y sobre ellos escribo.


Ignacio M. Pis Diez Pelitti

















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lunes, 2 de abril de 2012

Así



Metemos a nuestro día de nacimiento, nuestros primeros pasos, el primer día de clases en el Jardín de Infantes, el día que aprendimos a andar sin rueditas en la bici, el primer día de Colegio primario, secundario y terciario o universitario, en la misma bolsa. Metemos también, en el medio, a todos nuestros afectos, caídas antológicas, anécdotas risueñas o trágicas, amores y desamores, éxitos y fracasos, nuestros recuerdos y nuestros olvidos, las palabras que sobraron y las que no dijimos, los trabajos que tuvimos y los que nos hubiera gustado tener, tal vez hijos, tal vez nietos también, y un buen día envejecemos y morimos, o morimos antes de envejecer, y entonces decimos “Así es la vida”. Esa bolsa única que es la vida, y que no tiene límites para meter en ella todo lo que cada uno pueda meter. Y si algún erudito o escéptico, ante la tajante  y sagaz máxima, viniera a preguntarnos socarronamente “¿Así cómo, es la vida?, pues le diríamos “Así”. Y que lea esto, ¿o acaso no entendiste nada?





Ignacio M. Pis Diez Pelitti 



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