Ignacio M. Pis Diez Pelitti

Miro a través del cristal difuso de mis iras,
tus ojos desdibujados por el esmeril de los días.
Y desde tu mirada-reflejo, se asoma y me mira
La soga de la duda, de mi cuello tira,
porque el sueño más bello se volvió utopía;
trocó en espejismo, una grosera mentira,
llevándose lejos, todo lo que te quería.
Por el cristal del tiempo, tú ya no me miras.
Tus ojos huyeron de mi brutal osadía.
Eternamente el círculo de la vida, gira
sobre el eje constante de una triste ironía.
Los miedos de siempre, en mi nuca respiran,
en una punzante y extensa agonía.
Mi cuerpo se agota y mi mente delira…
y el paso del tiempo empañó la alegría.
Hay una luz encendida al final
de un sinuoso y extenso camino,
extinguiéndose en la oscuridad
de un incierto y difícil Destino.
Y entre las paredes desabridas
de ese laberíntico y largo sendero,
que hoy mis lágrimas mojan,
está encerrada la mujer de mi vida,
está oprimido su corazón por el miedo.
Y aunque la duda hoy me arroja
hacia el abismo de lo perplejo,
se sabe que llegan más lejos
aquellos que de a dos caminan,
y junto a ella quiero dar mis pasos.
Y si esa luz, finalmente ilumina,
que ilumine el camino hasta sus brazos.
Ignacio M. Pis Diez Pelitti
Las horas no se disuelven
en las aguas de la espera.
Y él, se desespera
porque el dolor lo revuelve.
¿Y si ella no vuelve?
Vivirá su vida entera
en esta angustia que lo envuelve.
Son simples las rimas,
pero es difícil ser él.
Cuando el dolor te oprima,
podrás comprender.
Ignacio M. Pis Diez Pelitti
¿Serán acaso las lágrimas que se derraman por tus mejillas, un dios sentencioso que me está llamando al silencio?
¿Serán tus palabras de dolor, con la voz temblando por el alma desgarrada, el freno fatal a mi estupidez irrefrenable?
¿Será el amor, el recinto que me refugiará en su calor, sosegando la locura sin nombre que hace tanto tiempo me agobia?
¿Serán las últimas batallas de mi Yo contra mí mismo, las que finalmente acaben por vencer, sin daño a terceros?
¿O quizás los enemigos invisibles e invencibles acabarán doblegándose ante
¿Dónde están los límites?, ¿Por qué no me detengo?
Demasiados interrogantes para una sola exclamación:
¡Basta!